La franqueza de los grandes árboles,
observo como se mueven sus ramas,
inicio el estudio de mis plantas
y veo que ellas me pueden hablar,
pero escondo mis ojos del lobo,
de los malabaristas de la maldad.
No es desierta la naturaleza,
cuando unos árboles milenarios
ilustraron mis álbumes de fotos,
con su fuerte verdor acrecentado
por la lluvia de los cielos que lloran
y quitan su blancura de mármol.