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sábado, 7 de julio de 2012

RIAÑO

Este es un bello rincón de la provincia de León, el paisaje que lo rodea es espectacular: Hay muchos bosques, cascadas, ríos, y como veis en la imagen, un pantano con agua cristalina.
En invierno hace mucho frío, pero es una belleza disfrutar precisamente del dulce frescor invernal y que los ojos se maravillen con la visión de la nieve que cubre las montañas.



En verano también se disfruta mucho, porque la temperatura es ideal, un sol radiante y un aire muy limpio, capaz de purificar y sanar, de introducir unos instantes de relajación. Nada como dejarse llevar por lo que el paisaje nos quiere transmitir a través de los cantos de los pájaros y por la claridad del agua y la luz. También aquel viajero que lo desee, se puede tomar unos cuantos baños refrescantes..
A veces me gusta tomar una taza de té de roca,  planta que se puede encontrar por estos lares. Es curioso ver como podemos obtener productos básicos y naturales, a la vez que sanos. Todo nos lo da la naturaleza, la madre de todos los seres vivos.

Foto: Original de Elena Villarroel Rodríguez
Pantano de Riaño (León)

miércoles, 9 de mayo de 2012

Dicha


Caminando a lomos de la paz interna,
quise mezclarme entre los árboles,
para ser raíz y savia verde,
y gotear de dicha entre sus ramas.

Cima

La colina está alta, verde y limpia, mas por ella subo con la buena nueva de un ligero presentimiento, que me dicta la alegría, que me empaña las zonas oscuras del alma.
Gracia y gracejo son iguales, son grandes bocas que transmiten, que se contonean para no estar tristes. Alma, la vida de un cuerpo terso que admira las altas montañas.
La noche no puede quebrantar la gran esperanza que se abrió tras alcanzar la cumbre, porque ahí quedé tumbada, mirando la luna y poniendo la bandera verde.

Veleta del tiempo

El tiempo es un abismo de cuatro relojes, interponiéndose entre el miedo y el amor.
Las veletas cubren el tejado de las casas frías que durante años acogieron familias empobrecidas por el llanto, por sus tareas incondicionales.


Llora cada pena día a día, como hiciste ayer, pero no le des sabor. Alimenta el amor que solo el tiempo se encargó de concederte, de darte una nueva emoción.
Lleva las riendas de la casa de la veleta y fíjate cuando da al norte y cuando da al sur, pues ese tiempo del que hablamos en el ascensor con los vecinos, es alentador, como excusa para hablar y como alegría, para dar oportunidad a los nuevos vientos que se acercan.





Foto: Casa de Ventaniella-Concejo de Ponga (Asturias).
Original de Elena Villarroel Rodríguez